jueves, 2 de septiembre de 2010

la obligación de gozar

Otro texto de la columna Síntomas de una Época en la revista Max...


Como filósofo, a menudo mi labor consiste en decididamente perder el tiempo buscándole chichis a las hormigas. Entre todo este pensar, reflexionar y contemplar chichis y hormigas (aunque pienso mucho más en chichis que en hormigas, debo admitir), hay una pregunta que regresa de vez en vez como un imprevisto gancho al hígado: ¿qué es el Sentido Común?

Quizás eso que llamamos sentido común dictaría que la respuesta es obvia: el sentido común es, pues, el sentido común, y ya. Pero, ¿qué quiere decir? ¿Es algo que comúnmente hace sentido o se refiere a un sentimiento compartido por una comunidad? No lo sé, pero toda la evidencia parece indicar que el sentido común se supone tiene que ver, principalmente, con la forma en que le damos sentido a lo que nos sucede, en un intento por responder de manera práctica a las situaciones de la vida diaria.

Curiosamente, una de las máximas modernas más contundentes de este sentido común, es considerar que el propósito de nuestras vidas es acumular la mayor cantidad de disfrute en el menor tiempo posible. Lo extraño—o paradójico, más bien—es que pocas cosas generan tanta angustia, agresión, prisa, ansiedad, aislamiento, depresión, confusión y conflicto en el mundo como esta obligación de gozar.

Hace poco, de camino a casa, me crucé con la lona promocional de un bar que anuncia lo siguiente: “Ven a beber y a disfrutar que la vida es breve.” Y claro, de entrada, de botepronto, hace sentido. Y ese es justamente el problema con el sentido común: como hace sentido rara vez lo cuestionamos.

Comoquiera, poco después de que hubiera pasado el efecto inicial del sentido común, fue posible algo de reflexión sobre la lona del bar y pensé: ¿entonces, bajo sus premisas, no sería la vida demasiado breve como para pasarla a toda velocidad adormeciendo los sentidos en un frenesí de hiperestimulación? ¿Que no es la vida demasiado corta para habitarla con prisa? ¿No es acaso demasiado fugaz como para abandonarse a la persecución constante de metas, devaluando cada instante del presente por no ser igual a ese objetivo ideal? Pero, lo que es más, ¿la vida es breve según quién o en relación a qué? Y ¿qué, apoco no todo este afán por medir, cuantificar, regular y comparar el tiempo, la vida y el disfrute les quita el chiste, el sabor?

En fin, puede que sólo sean chichis de hormigas, pero como dice un amigo mío, quien como es historiador considero tiene una noción clara del tiempo: “Perdamos el tiempo, que es de lo poco digno que aun podemos hacer”.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

mucho sentido!
a pretexto de gozar la vida nos la perdemos toda (sentido común pues)

fausto dijo...

!!!
lo has resumido con tremenda precisión...
saludos.