sábado, 10 de abril de 2010

crónica crónica

husmeando un viejo cuaderno, encontré esta crónica de un paseo nocturno al metro cuauhtemoc en busca de películas piratas para amenguar el vértigo del mal de amores y el insomnio (síntoma derivado de lo anterior)... a menudo me intriga regresar a un cuaderno y toparme con la textura de una situación y de mi mente en general, durante dado periódo... como un retrato de la configuración del sentido de realidad en su momento...


"Güero, dame tres pesos para un taco", exige con intimidación, haciendo mímica de llevarse un taco a la boca. Gordo, gorra de beisbol volteada, nuevecita--su ropa está mejor planchada que la mía. Burlón e indolente como suputamadre, lleva colgando dos sombras a su lado. Un par de invisibles niños flacos con playeras largas; sus cómplices y admiradores.

No me detengo, no lo miro más que de pasada, tensando el rostro para comunicarle que *no chingue*.

Estoy a nada de preguntarle si por lo "güero", cree que habré de regalarle el dinero para mi película pirata... tengo pensamientos karatecas, donde veo cómo sale corriendo por la calle con la nariz rota, y sus sombras, desconcertados desvanecen entre los puestos y mueren así nomás. Todo esto desencadenado por un rechinido de dientes por medio del cual me transmite su superioridad moral e irritación.

Ya no hay películas piratas, así que sigo caminando, a ver si acaso más adelante hay. Considero comprar una revista para leer mientras cago. Me quedo mirando los periódicos: decapitados y más decapitados--¡carajo!, siempre hay decapitados. Me pregunto sobre esta fijación con lo acéfalo y qué querrá, si algo, decir: ¿una representación simbólica-teatral de la disociación con el cuerpo? ¿Descartes al extremo en reality tv como granja de gallinas de KFC? ¿una suerte de rito gandalla para aliviar la castración? ¿una angustia terrible procurando sacrificar (hacer sagrado) al mundo--a algún otro--? ¿un cuerpo harto de la cabeza hinchada de especulaciones? ¿un intento por suturar el delirio que producen la noción de objeto y sujeto?

Qué va; es la impunidad del mercado sobre la fantasía del estado que hace de gobierno que hace de narco que hace de guerrilla que hace de corporación multinacional que hace de grupo iniciático que hace de gerencia mi alegría que hace de iglesia que hace de ciencia tv que hace de psiquiatra que hace de "Tú decides", "Anda, apúrate, decide; que es ahora o nunca, todo o nada, vida o muerte".

Invadieron Gaza lee el periódico. Está de la chingada. Quiero odiar a alguien y estar convencido y justificado en hacerlo. Quiero una conspiración definitiva para apuntar mi confusión. Decretar que me deben: dinero, recnocimiento, disculpas... Lo dejo ir, considerando que la indignación es de mal gusto y sólo sirve como más leña para el fuego.

Camino de vuelta. El chavo gordo de la gorra volteada, anda, con aires de haber vencido al sistema entero con su conmiseración resongona, tragándose un helado de McDonalds. Sus sombras se complacen con celebrarlo y saberse partícipes de tan avasallador truinfo y engaño.

Pienso en que a diario somos valientes--sin querer, y quizás porque no hay de otra. Y somos cobardes--escatimando con constancia y perseverancia.

Al entrar a la casa y tras un breve intercambio danzado con Yema, la perrita negra que es una dakini protectora del profundo humor de la vida, me encuentro con una enorme cucaracha bajo los estantes de la alacena. Una cucaracha rojiza. Contemplo pisarla; lo justifico: "es natural, supervivencia, está programado en mi cerebro por algún motivo...". Carajo, no avoco por las neurociencias y decido meterla en un vaso.

Con un vaso volteado contra el piso, escucho cómo trata de escapar; me parece repulsivo. Los insectos me desagradan, por sus movimiento erráticos. Deslizo un cartón por debajo del vaso, reflexionando sobre si creo o no que esto tenga consequencias karmícas y todo eso. Observo por instantes al insecto atrapado. Se caga de miedo--literalmente--sobre el cartón. No sabía que cagaban.

A mi mente llegan imágenes abstractas de Burroughs matando a su esposa sin querer, de Courtney Love visitando farmacias en el DF con cara de apatía. Pienso en la guerra nuclear y los botones de las bombas, el rock urbano y las playeras negras con calaveras, Hiroshima y Nagasaki y Stanley Kubrick bebiéndose un bloody mary.

Y aviento a la cucaracha por la ventana, recordando estar como paciente en un hospital psiquiátrico, reclamándole a un doctor que portaba un cordón de iniciación budista como collar, "si eres budista, demuéstralo, se compasivo". A lo cual respondió: "no tienes ni idea lo compasivo que estoy siendo".