jueves, 19 de abril de 2012

Santa superstición

Texto para mi columna en RAZtudio, algo sobre sacrificios humanos, la santa muerte y el pensamiento mágico...



El pasado 30 de Marzo se anunció el arresto de 8 personas en Nacozari, Sonora, presuntos culpables de asesinar a dos niños y una mujer. Ese es el hecho, así a secas: homicidio; sin embargo, los arrestados, lo llamaban sacrificio humano. Miembros de una secta dedicada a venerar a la Santa Muerte (o al menos su versión de la Santa Muerte), declararon que los asesinatos fueron realizados para obtener protección y dinero. Ahora en la cárcel y sin dinero, me pregunto si han dejado de creer en el sacrificio humano como manipulación cósmica-financiera, o será que ahora llegan al convencimiento de que se equivocaron al sacrificar a la señora en vez de otro infante virgen. Porque vaya que en prisión y por infanticidio van a necesitar protección y dinero.

Los homicidas
Este es aún un país carente de oportunidades para sus habitantes. Sin embargo no puedo dejar de considerar que 8 personas con la determinación suficiente para asesinar, sumada a su bizarra imaginación ritual, pudiesen haber obtenido fortuna de otro modo. De haber invertido su creatividad y disposición en un negocio, en vez de persuadirse por el pensamiento mágico, otro sería su destino. A estas alturas hasta un puesto de limonadas les hubiese resultado más favorable.

La palabra sacrificio, deriva del latin sacre y facere, y quiere decir: tornar (algo) sagrado. Pasa que eso de lo sagrado en general se considera como algo del más allá. Cuando en sentido estricto, restituirle la sacralidad a algo es regresarle su conexión con este mundo, con el más acá. El tipo de sacrificios (asesinatos) realizados por esta secta, sirven a un fin utilitario: más lana. No que la lana no sea sagrada, pero a lo que voy es que son sacrificio hechos para obtener un objetivo a futuro. Y, para ser precisos, lo sagrado es siempre lo inmediato, en todo su esplendor. Una inmediatez a la que todos tenemos acceso, y de le que, a su vez, a menudo estamos privados por nuestras fijaciones a futuro.


En cuanto a la Santa Muerte, cabe señalar que hay muchos grupos que le rinden culto, y los brutales actos de esta secta no tienen porqué reflejarse en todos sus fieles. Yo no sé si la Santa Muerte sea santa o no—en realidad no me importa—, pero algo sí puedo asegurar: no es muerte. La muerte, como tal, no puede ser representada: nadie jamás la ha visto o probado, porque al morir, pues ya se está muerto. Suena a obviedad digna de chiste de pepito, pero la fascinación que ejerce el pensamiento mágico, deviene, en gran medida, de un intento por negar la muerte. No es que piensen que serán como Drácula y no morirán, sino que buscan creer que la muerte no es muerte. La conciben como un pasaje a otra dimensión, permitiendo la continuidad eterna de algún hilo de conciencia; y eso no es muerte, es especulación metafísica.

La figura de la Santa Muerte no representa a la muerte, ni siquiera como símbolo, sino, más bien, a una supuesta entidad sobrenatural a la que se puede emplear (como chalán) a través de una coreografía de gestos: prende una vela de tal color a tal hora, repite alguna frase tantas veces, mata un par de niños frente a una estatuilla. En la historia de la humanidad no hay quien sepa qué es la muerte; un muerto jamás ha hablado. Incluso los resucitados (si es que resucitan), para cuando hablan ya no están muertos lo que se dice muertos. La única observación neta que tenemos de dicho fenómeno es que implica el cese de las funciones vitales, y hasta donde sabemos de cualquier sensación, percepción o emoción, dando cauce a un proceso de descomposición. Para citar a George Bataille: “Solo tenemos certeza de dos cosas: que no somos todo y que habremos de morir”.

Fosa donde se encontraron los cadáveres
Claro que hay modelos lógicos que rebasan la lógica lineal, y claro que todo lo que es posible es posible. Pero andar buscando magia es un modo de encubrir nuestra infinita ignorancia con una teoría gelatinosa. Estar vivo es asombroso; no requiere de magia extra. Pero dicha lucidez se da solo ante el trágico contraste de la muerte, restituyendo con ello el fulgor de cada efímero instante, preciso e irrepetible. Quizás al dejar de lado tantas suposiciones sobre el mundo, podamos palparlo en su esplendor...

Harry Houdini, ese sí era un mago (aunque nunca llevase a cabo el gran truco de David Copperfield: ligarse a Claudia Schiffer). Al morir su hermana, Harry se sumergió en una pena terrible—estaba inconsolable. Este duelo lo llevó a participar, esperanzado, en varias sesiones espiritistas, para buscar contactar al espíritu de su fallecida hermana. Siendo Houdini el jefe de jefes de los trucos e ilusiones, no pudo evitar notar cada estafa que trataron de hacerle. Así, se dedicó durante años a vengarse de estos charlatanes, por lucrar con las dolorosas pérdidas de otros. Houdini se apropiaba de los carteles de cada medium que desenmascaraba, armando así toda una colección de publicidad espiritista. Querido lector, comience hoy la suya.

Houdini

domingo, 8 de abril de 2012

Apofenia


Segunda entrega para la columna en Pijamasurf... Algo para perturbar al foreverismo...

Cómo desprecio la frase “todo pasa por algo”, y más aún cuando alguien la dice en un intento de hacerte sentir mejor sobre una pérdida. Pero aunque la frase me disgusta, hay una palabra asociada que me irrita 100 veces más: Diosidencias. Mientras que la primera es una coartada, efímeramente consoladora, para no asumir los eventos de nuestras vidas por lo que son; la segunda enfatiza connotaciones de orden divino personalizado. Pueden cantar misa, pero no cambian los hechos.
Los humanos estamos cerebralmente programados para ubicar patrones; gracias a ello hemos sobrevivido como especie a través de los tiempos. Poder distinguir un animal peligroso a la distancia, las formas de una planta venenosa o el gesto de un marido celoso ayuda a no perecer tan pronto. Solo que hay un problema cuando esta función de la mente se exagera en pos de un significado ulterior en los sucesos: cómo funcionan las cosas y sus patrones es física, inventarle un porqué es metafísica. Las coincidencias son solo eso, coincidencias, no tienen porque significar algo.
A diario percibimos alguna coincidencia, son parte rutinaria de la vida. Pero hay quien es propenso a buscarle algún significado o tomar las coincidencias como señal. Digamos que a las 11:11 conoces a una chica que nació el 11 de noviembre —¡el mismo día que tu abuelita que murió hace 11 días!—, y supones, naturalmente que es tu alma gemela (hasta que te pide 11,000 pesos para la fianza de su novio). O quizás crees que las muertes siempre vienen en tríos, cuando la muerte es un hecho constante de la vida. O, si te dedicas a las apuestas, juras que después de 7 veces que la rueda cae en rojo, la próxima vez caerá seguro en negro; de hecho las probabilidades, al girar la rueda de nuevo son iguales que antes: 50-50.
Atribuirle significado a hechos aleatorios se llama Apofenia, y es justo eso, una proyección. Vemos lo que queremos ver, así como preferimos números redondos a la hora de hacer cuentas. Es un fenómeno parecido a cuando vemos formas conocidas en las nubes, o a la virgen de Guadalupe en la escarcha en el congelador del Oxxo (esta hipérbole gestáltica se llama Pareidolia). El problema no es que nos parezca encontrar un orden en el caos, sino además creer que es personalizado, y predestinado. Como se dice coloquialmente: sientes que la virgen te habla.
Las situaciones de la vida claramente son expresivas, de no ser así no tendríamos experiencias. Punto. Cada vivencia expresa algo muy particular y específico, así como decimos que un árbol es un árbol porque no es un pelícano. Pero una comunicación así, directa, con nuestras experiencias, solo es posible si se deja a un lado la compulsión interpretativa, si renunciamos a buscar evidencias de que todo significa algo, y de que somos especiales. Pero no lo sé, hace rato vi unas placas de un auto que decían SEX666, mientras el reloj en el taxi parpadeaba la fecha de mi cumpleaños; ¿será que follaré con Sarah Palin esta noche?